jueves, 20 de septiembre de 2012

La Cultura de lo Precario





Antiguamente nos esmerábamos y empeñábamos (con los bancos) por obtener lo mejor para disfrutar al máximo de la música o el cine. Unos con más acierto(y más dinero) otros con lo mejor que podíamos pagar. En cualquier caso una cadena de alta fidelidad (en el caso de la música), era a lo que todos aspirábamos. Nos gastábamos dinero en agujas de diamante para escuchar nuestros vinilos y ese momento de la escucha era casi como un ritual para algunos. Educábamos el oído a la excelencia de saborear el sonido más puro y la mayor cantidad de detalles y texturas que el vinilo pudiera dar. Unos más que otros íbamos aprendiendo la diferencia entre escuchar un disco tal y como fue concebido por el artista o escucharlo de forma más pobre, o lo que nuestro modesto equipo pudiera darnos. Siempre había alguien que nos mostraba esa diferencia de matices en los graves o agudos, en el brillo de ese sonido o aquellos metales nítidos, que en nuestro equipo no se apreciaban. 

Un día entre en casa de un familiar que siempre había sido muy sibarita con la música y tenía puesto un disco de Barbra Streisand (Guilty). El sonido de aquella música era especialmente limpio y cristalino. Desde el comedor ya escuchaba una cantidad exquisita de detalles que yo (que también tengo ese disco) no había apreciado nunca. Le pregunté si se había comprado el compact disc. Para mi sorpresa me dijo que no, había  puesto el vinilo que se compró en los 80 y sonaba mucho mejor que un cd...

Quizás su caso sea raro, ya que ese tocadiscos cuesta unos 800 mil pesetas (unos 5000 euros), 80 mil 
(500 euros)  la aguja que pincha el vinilo y medio millón de pesetas de la época los altavoces, y no digamos el amplificador de válvulas...


Pero de eso a lo que ocurre hoy en día con la música hay un mundo, son dos extremos opuestos.
La cultura de  la música hoy en día no premia la calidad. Es más, la desconoce. Desconoce el buen sonido que puede producir un simple cd. Ya que nadie los oye (o son muy pocos los que lo hacen). Yo mismo he de reconocer que tengo la cadena antigua desconectada y escucho música por el PC. Que de ningún modo da la calidad que daban algunas antiguas cadenas de Alta Fidelidad. Esta palabra, Alta Fidelidad, esta en desuso.


Además todo el mundo escucha la música en formatos como el mp3. Que no es más que un sistema de compresión que transforma el audio de un CD en algo manejable y, sobre todo, transportable a través de la red. Pero esa transformación tiene su parte negativa. El audio pierde calidad al comprimirse ya que para ello se suprime información. Información que luego no podremos disfrutar, aunque algunos piensen que no es para tanto. En realidad si lo es. Pero claro hay que tener el oído educado. Si escuchan un CD en el coche notarán una diferencia notable con el mismo disco en mp3 (siempre y cuando el reproductor sea un poco bueno).

Resulta ridículo ver como algunos se gastan bastante dinero en auriculares carísimos para luego conectarlos a reproductores mp3 (en ocasiones muy sencillos). No se que piensan que van a ganar, ya que de un mp3 no se puede exprimir demasiado. Diferente sería si se conectara a una cadena de alta fidelidad con intención de escuchar un cd o un vinilo.
De todos modos ellos creen que se escucha genial. Ese es el problema, nunca han escuchado algo que de verdad suene genial. Muchos sólo conocen este modo de escuchar música y les parece el correcto.



Un reproductor como el Ipod sólo aspira a sacar el máximo partido al mp3 o cualquier otro formato de compresión. El máximo partido del mp3 siempre es menor que el máximo partido que se le puede sacar a un CD o Vinilo.

Pero a nadie parece importarle eso hoy en día. La música se ha vuelto de consumo rápido, como las hamburguesas. La gente se baja tanta que no tiene paciencia para escucharla, y muy pocos se ponen un disco entero. No entraré en el tema de la piratería, ese es otro debate.

Sea malo o bueno para la industria discográfica, hay tanto acceso a la música y cine que estamos ante una época de gran consumo. La mayor de la historia. Pero ese consumo es precario, ya que lo escuchamos y visionamos todo de cualquier forma como vengo comentando.

Con el cine es más grabe aún. Ya que la gente ve las películas bajadas de internet con una calidad pésima. Se conforman, y nunca antes nos habríamos conformado. A pesar de que hoy en día la imagen ha ganado en calidad mucho más que la música. Los nuevos formatos  (DVD o Blu ray), ofrecen unas prestaciones que nunca hubiéramos imaginado los que veíamos las películas en VHS.

Este comportamiento pasota al ver una película en malas condiciones, es el mismo que al escuchar una canción sin molestarse en gastarse dinero en un buen reproductor o en el CD. La gente pasa, les da igual. De hecho no creo que muchos repitan un disco mucho tiempo, se cansan y a por otro nuevo que sale gratis. Una comportamiento carente de interés en explotar los recursos y virtuosismo que un músico o director de cine quiso poner en su obra. Con horas de arreglos y afinamientos que nadie va a escuchar, nadie va a valorar,(repito, sólo critico la forma en que se consumen estos contenidos, no su procedencia legal o ilegal).

Quizá por ello proliferen grupos sin gran calidad. Que cantan y tocan sin matarse muchas horas en los estudios de grabación. Sin grandes arreglos. Como dicen Los Estopa, "lo importante es que se oiga en un cassete malo y si ahí suena ya vale". Una pena.

Sin una buena educación hacia la calidad no se puede pretender que la gente se gaste dinero en un disco o un Blu ray. Porque a nadie le interesa de verdad el producto y sus prestaciones, o le interesan a muy pocos.

Enseñar a nuestros hijos a valorar el virtuosismo, ya sea de un buen cantante, un buen guitarrista o un buen director. De la calidad del sonido o la excelente calidad de imagen de un formato, también es educar. De mayores nos lo agradecerán.

Nos quedan los libros, que gracias a los ebooks, parecen resurgir el hábito por la lectura y aquí no hay carencias, ya que de haberlas están en la imaginación de cada uno.


por Jordi Sardà